Hace varios días en una tarde de tertulia con una amiga decidí buscar un pasatiempo, como si no tuviera una tesis qué terminar. Haciendo el recapitulativo de mis gustos y disgustos, llegué a la conclusión de que aparte de practicar strip tease, leer y cocinar, en realidad no me gusta nada más. Decidí aprovechar entonces mis aficiones y ponerlas al provecho de mi familia. Acercar mi pasatiempo favorito a aquellos colombianos curiosos de cocina internacional. Como mi ciudad actual es París, decidí entonces comenzar por lo que preparo de vez en cuando en casa por la noche, los fines de semana y entre amigos.
La ventaja de vivir en una ciudad tan cosmopolita como París es el hecho de encontrar todo tipo de ingredientes y de influencias culinarias por doquier; aromas de curry en la Chapelle, de hierba de limón y anís estrellado en Tolbiac, y de pescado fresco y ajonjolí en Opera, entre muchos más lugares en los que se puede viajar gastronómicamente sin tener que pagar un pasaje. Esas influencias culinarias han marcado mis tardes y mis fines de semana. Me encantan los retos culinarios y compartirlos con los amigos, como hoy he decidido compartirlos con ustedes.
La ventaja de vivir en una ciudad tan cosmopolita como París es el hecho de encontrar todo tipo de ingredientes y de influencias culinarias por doquier; aromas de curry en la Chapelle, de hierba de limón y anís estrellado en Tolbiac, y de pescado fresco y ajonjolí en Opera, entre muchos más lugares en los que se puede viajar gastronómicamente sin tener que pagar un pasaje. Esas influencias culinarias han marcado mis tardes y mis fines de semana. Me encantan los retos culinarios y compartirlos con los amigos, como hoy he decidido compartirlos con ustedes.
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